Creo que la desconcentración (más que la distracción) es muy común en las oficinas de gobierno. Digo esto por dos razones, dos eventos que he presenciado. El primero sucedió hoy mismo. Estamos sentados en espera un grupo de personas afuera de una oficina. Sale un señor a toda prisa, otro, en la espera, lo reconoce y le dice:
—¿Ya’stuvo?
—No, voy aquí a… responde el otro, sin acertar a la palabra precisa y se aleja con su mutismo.
Segundo caso, yo mismo. Estoy en estas mismas oficinas. La secretaria me hace una pregunta muy particular, muy mía, la respuesta debí saberla por experiencia. No sé qué responder.
No sé si con todo esto ya esté, en realidad, justificando mi ignorancia. O ¿es que realmente no tenemos la concentración suficiente? ¿Nos sentimos «apabullados» por la enorme institución? ¿Nos sabemos fuera de nuestras rutinas diarias? ¿Tememos que aflore nuestra ignorancia? (cosa que al final resulta exhibida). Como sea, al final la pregunta debería ser: ¿Qué hacer para evitar estos penosos sucesos?