Querido José

José Barocio es un escritor y poeta colimense-michoacano que cree es rechazado por muchos, no se da cuenta de que habemos más quienes lo queremos.

Nos narra en esta charla sus experiencias en la vida, terribles cosas que le han sucedido a su familia, violencias hacia su propia persona. Pero que, afortunadamente, ha podido superar gracias a la literatura.

Cronista del infortunio homosexual, creador de bellos haikús de los que gusta escribir con puntualidad y respeto por la palabra. Él mismo se considera directo y sarcástico. Su literatura erótica en no pocas ocasiones ha causado incomodidad a muchos que la leen, pero él sigue escribiendo, sabiendo que se es como se es y no se puede mentir.

José tiene amigos, algunos ya han muerto y tiene la valentía de ser su voz de alguna manera, para continuar con la obra de aquellos que marcaron su destino.

Mariscal de las artes

Charla con Pedro Mariscal, normalista y promotor del arte en Zapotlán. Deliciosa plática en la que recordamos tiempos allá en el CREN. Paso por las funciones y los objetivos agrarios del normalista, las vivencias en el tren como un romántico objeto de transporte (no sólo físico).

Memoria también de personajes que ya se han ido y que nos marcaron como estudiantes y seres humanos. También jóvenes activos que apuestan por el arte en nuestra ciudad y región.

Están presentes en su palabra la preparación en las letras para los chicos de la primaria, las artes escénicas, la pintura y hasta la radio como medio de difusión de todos estos acontecimientos en la Ciudad.

Sin duda una de las mejores entrevistas que he tenido hasta el momento.

Mariscal de las artes

Dos changos

Charla en directo con Aarón Ochoa, primera conversación que no hice por teléfono. Una plática con mi hijo con lo cotidiano que siempre tengo con él. Por fortuna esta ocasión he podido grabarla, hay muchas otras con él que no pude realizar, pero sus conocimientos y lecturas siempre me resultan aleccionadoras. Bueno, como ven, estoy enmascarando el orgullo que siento por él. Así que ahora dejo de hablar de ello.

Esta plática la tuvimos ya en la noche, al pie del Volcán de Colima, encontrarán aluciones a esto en esta plática. Una reflexión sobre las consideraciones que muchos de nosotros tenemos hacia África, un periplo sobre los alcances que la preparación de Aarón busca lograr, una proyección de sus planes.

Como les dije, fue una grabación en directo y escucharán los golpeteos de sus dedos en la mesa donde estaba mi celular grabando. Todas estas reflexiones son realizadas a partir de una lectura que estaba haciendo sobre The fate of Africa, libro muy largo que da un repaso sobre la historia de África en el siglo XX. Aquí sólo nos habla del capítulo sobre el Congo.

Charla muy interesante sobre un continente más bien desconocido.

Dos changos charlando chido

La imagen de Rafael

Conocí a Rafael en 1991, por intermediación de Víctor Manuel Pazarín. Hoy que lo pienso Rafael siempre me pareció un ser místico. No sabría explicar esto y creo que no tengo mayor fundamento que lo que me otorgó su imagen y su forma de hablar y caminar por el mundo. Tal vez mi apreciación se vea justificada ahora que le escucho hablar sobre la imagen, sobre su fotografía. Rafael, me ha dicho, hace fotografía para encontrarse a sí mismo, para dar testimonio de su propia vida. Así que, no me parecerá exagerado decir, que la religión de Rafael es la imagen, ahí encuentra (o crea) sus propios símbolos.

Me agrada su persona siempre dispuesta a dar. Humano en muchos sentidos, no duda en ofrecer lo mejor de sí a quien se lo solicite. Pero, sin duda, lo que más me agrada es su capacidad de escuchar, está atento para luego ofrecer una respuesta inteligente y fácil. Digo fácil porque llega esa respuesta luego de un largo andar en su quehacer como fotógrafo, sabe lo que dice.

Rafael siempre da lecciones y aquí escucharemos muchas que nos serán de beneficio.

Rafael y su espejo

Stop and play

A finales de los años 70 eran ya habituales las radio-grabadoras que utilizaban cassettes. Muchos nos dimos vuelo grabando las canciones que tocaban en la radio para tenerlas para siempre y gratis con nosotros. Pues bien, el problema de grabar en esas cintas residía en que si querías saltarte a otra canción más adelante de la que estabas escuchando tenías que adelantar el bobinado del cassette hasta llegar a donde deseabas. En muchas ocasiones te pasabas y tenías que regresarte. La cosa es que tenías que manipular los botones de adelante, atrás y play repetidamente. Nosotros, en mi familia, nos habituamos a oprimir el botón stop antes de cualquier otro para parar su ejecución. Con eso, pensábamos, tratábamos de la mejor manera a nuestro aparato reproductor para que durara mucho tiempo. De modo que me pareció todo un escándalo cuando mi amigo de primaria, el Chapu, oprimía uno u otro botón de adelante o atrás o play sin tocar para nada el de stop. Sin duda una costumbre familiar, tal vez esos fueron los primeros signos evidentes de que de una familia a otra somos diferentes.

Ciencia

Hoy me desperté y las sensaciones incontrolables propias del despertar me llevaron a pensar en el origen del universo y no me refiero a las grandes preguntas, simplemente recordé lo que los científicos nos han dicho durante años. Ahorita no quiero seguir con ello, simplemente lo tomo como pretexto para contarles ahora a ustedes que iniciaré aquí en este blog reflexiones o difusiones sobre la ciencia desde mi muy humilde y limitadísima opinión. Sé que frecuentemente caeré en olvidos de fechas y nombres, incluso elementos participantes, pero espero despertar entre mis lectores la suficiente curiosidad para que vayan a realizar investigaciones sobre el tema que yo ponga en la mesa. Me disculpo de antemano por todos los errores que pudiera decir este humilde escritor cuya única autoridad es la pasión que tiene por la ciencia. Gracias.

Orgullos personales

Existen cosas de difícil comprensión. Una de ellas la utilizaré en este inicio de texto para continuar desarrollando un orgullo raro.

Pues bien, yo viví en mi pueblo natal hasta los primeros años de mi juventud. La cosa es que cuando llegué a otras tierras yo notaba que la luz de sus lámparas de calle era muy diferente comparadas con las de mi pueblo. Yo veía (y aquí está la fuente de mi tonto orgullo incomprensible) la luz de mi pueblo debilucha y amarillenta, en nada comparable con la blanca y potente de Tepic, Guadalajara, Colima. Un signo de atraso tecnológico y en ese atraso, la base de mi orgullo. ¿Cómo era esto posible? Ya hoy que vuelvo a ver esa luz nocturna y callejera, me doy cuenta de que es la misma. Mi orgullo no tiene mayor fundamento que una subjetividad inflada con aires inexistentes.

Otro caso lo escuché en mis años de estudiante en el bachillerato. Estudiábamos en el Tecnológico de Ciudad Guzmán, institución de prestigio sólido en buena parte del occidente de la república. Tal era su fama que era habitual encontrarnos con estudiantes de otras latitudes. Claro que estaban los de Jalisco, allende la Capital. También había algunos cuantos de Nayarit y Michoacán. Colima no podía faltar y era la entidad que más aportaba a esta institución. A uno de esos estudiantes le escuché decir en una ocasión (él era de Manzanillo y había pasado ya el terremoto del 85): «no, los temblores no se comparan con los huracanes, los terremotos duran unos segundos, los ciclones son interminables». Lo decía con ese orgullo que quería hacer crecer el espíritu de su localidad como si se tratara de algo inherente a la gente, algo producto de su industria y no de la naturaleza.

¿Cuánto daño nos hace esta falsedad cuando nos damos cuenta de que la hemos enarbolado para construir nuestra relación con los otros? La idiota forma de sentirnos superiores por algo que no hemos hecho, que ni siquiera es producto del ser humano. Ahora hablo en plural porque sé que es frecuente entre todos nosotros estos orgullos flacos y crecidos.

Huichol

Escenario: el puerto aéreo que se encuentra cerca de la SEP, en Tepic. Mi amigo, Richie Valenz (sobrenombre de tal carga emotiva que me ha hecho olvidar el original nombre de mi amigo), sabe que me gusta conocer las culturas indígenas de nuestro país. Vemos un viejecito huichol, nos acercamos a él. Richie tiene ganas de presentármelo para ser el protagonista de ese encuentro. Entonces pregunta directamente: «¿sabe usted hablar español?». El viejecito responde: «no», y tristes nos alejamos de él.

Stephen Howking en Guadalajara

Trabajo en Guadalajara. No tengo auto y mi único medio de transporte es el colectivo. Los traslados, aunque pudieran parecer en un espacio corto, son largos en el tiempo. Así es que aprovecho esas «horas muertas» leyendo en los camiones, cuando encuentro asiento.

En cierta ocasión iba leyendo Breve historia del tiempo de Stephen Howking. Me siento abrumado por los enormes datos que Stephen pone en mi cabeza. Me doy cuenta de que ya está por llegar mi «bajada». Toco el timbre. Me bajo. Estoy en las calles de siempre en la colonia Alcalde-Barranquitas, pero no identifico nada de eso que he visto repetidas veces. Me siento perdido. ¡Maldito Howking! ¿Ahora cómo llegaré a mi casa?

Lecturas escrituras mentales

En casa tenemos una perrita cuyo nombre le fue puesto por mi hija: Ivi. No sé si mi hija así lo escriba, pero yo de esa manera lo imagino y cada vez que lo pronuncio me veo leyéndolo gráficamente dentro de mi cabeza. No atiendo sólo al sonido que sale de mi boca, también quiero verlo escrito de alguna manera. Esto tal vez (suposición mía) se deba a mi pasado de lector ávido, necesitado de la grafía en todo momento.

Luego reconozco un posible problema en esta manía sobre lo escrito. Cuando aprendía inglés en el bachillerato también necesitaba, antes de pronunciar las palabras verlas escritas en mi mente para luego decirlas. Problema resultante: querer pronunciar esas letras con todos mis fonemas castellanos (de ahí viene la horrible pronunciación del otro idioma por parte de una persona que recalca su origen extranjero, al menos en alguna de sus vertientes).

Ya en una rápida conclusión, había yo dicho que, ante la evidencia contada hasta aquí, las personas analfabetas (es decir, aquellas que no tienen grafías en su mente) pueden pronunciar de manera más acertada ese otro idioma a aprender, que aquellos quienes sí sabemos leer.

Recalco que esta suposición no se basa en otra evidencia que mi muy limitada experiencia, pero me gustaría que tú, el querido lector de estas líneas, me ayudes con tus repuestas.