Frente a lo oscuro

Frente a mí la oscuridad bordeada por árboles luminosos. Alambres de púas me impiden cruzar hacia allá. Además, está la calle intermedia por la que fluye la ciudad. Estamos en el borde de lo salvaje que hemos controlado. Acá la seguridad y la certeza. Allá, el salvaje caos bien plantado.

Es de noche y miro al cielo. Allá, otra oscuridad infinita nos debería hacer dudar de no sé que certezas. Y es que acá estamos tan seguros de nuestras lamparitas con las que edificamos y formamos historias repetidas, avances ficticios en una noria sin agua. Soy entonces tan natural como ese árbol frente a mis ojos. Yo le soy tan natural que me recibe aquí, bajos sus ramas.

Estamos en la noche aquello oscuro, la calle y yo con nuestras luces. Yo escribiendo para dejar constancia, aquello existiendo para perdurar olvidos.

Estanque

A Vero y al Silvia

 El agua es bendita por sí misma.

 Viajábamos un largo camino
 entre senderos muy secos.
 Algunos árboles
 recibían el polvo
 que levantábamos con
 nuestro andar.

 Buscábamos apartarnos de lo conocido.

 Bajo el sol y adentrados
 en el frío temporal
 creíamos estar
 cumpliendo una
 penitencia necesaria.

 Caminamos para olvidar
 y reencontrarnos con nosotros mismos.

 Nos acompañábamos silenciosos
 y nos reconfortábamos con la sabiduría.

 Caminábamos.

 Y de repente:
 el oloroso estanque viejo,
 poblado de peces y musgo,
 debajo de enormes sombras
 de árboles desconocidos.
 Recibíamos su frescura
 como un bautizo luminoso.
 Tocábamos sus aguas.
 Sentíamos sin pensar,
 Pensábamos sin saber.

 No sonreíamos, puesto que no era necesario.
 Simplemente mirábamos.

 Las benditas aguas del estanque
 estaban ahí para recibirnos.

 Entonces era fácil advertir
 nuestro destino.
 Limpios de pecado
 podíamos, ahora sí,
 comenzar.

Charly Larroa

Foto propia

Las nuevas formas de relacionarnos entre nosotros (humanos, estudiantes, artistas) que nos trajo ya desde hace varias décadas la tecnología (cuando aún estábamos lejos de sospechar siquiera esta pandemia) hizo que conformáramos grupos de interés común en un montón de ramas. La que nos atañe ahora es la rama de la creación y la hojita de la escritura.

Charly estaba en uno de esos grupos y se dio a conocer de manera inmediata dada la humanidad que le aflora sobre la piel sin pensarlo siquiera. Charly es una de las personas más humanas que conozco, tal ha sido su gusto por los seres humanos que sus escritos tocan una y otra vez el tema (incluido el del amor que siente por su esposa). Charly también necesita estar cercano a la gente y lo logra mediante la pintura digital que le han encargado una y otra vez muchos amigos suyos.

Este Larroa (digo recordando que también sus hermanos son escritores) tuvo la feliz suerte de ser otro de esos seres que fueron salvados por la literatura cuando la violencia en casa se apoderaba de su infancia. ¿Imaginan la fuerza tal que un espíritu así debe tener para no sucumbir y ser un replicante de la violencia en el hogar? Para fortuna de muchos de nosotros, Charly optó bien y ahora nos deleita con sus poemas, sus palabras y sus imágenes.

Me dio mucho gusto charlar con el buen Charly y el haber despertado en él una emoción genuina ante la oportunidad de compartir su palabra.

Pítor Chi

Foto de Facebook

Conocí a Pítor hace ya muchos años. Supe que era escritor, luego me enteraría de que era también cuenta-cuentos. El amor a las letras nos hizo amigos. Ya después me enteraría de que también era activista, defensor de los patrimonios naturales de los pueblos originarios (¿larga forma de evadir que también era defensor de nuestros derechos como ciudadanos?).

La entrevista que escucharán quedó pactada hace unas semanas. Llegó el día, comenzó mi grabación. Notarán que Pítor se adueña del micrófono rápidamente, sólo alcancé a hacerle dos preguntas. Dueño de la palabra hablada (claro que sí) le bastó el arranque de unas cuantas interrogantes para desenvolver sus recuerdos más importantes.

Resulta curioso como ese mismo día (12 de noviembre) también me tocaría entrevistar a otro poeta y ambos coincidirían en lo siguiente: el amor a las letras, las historias, el arte de la narración les había salvado. Bien podríamos hacer una historia de almas salvadas por la literatura (no dudo de que muchos de ustedes que nos leen y nos escuchan, también pertenezcan a este grupo).

La entrevista, como he venido diciendo, fluyó de manera natural por parte de Pítor. Es, hasta el momento, la más larga que he realizado en este blog. No me da pena aceptar que fui desplazado (ni siquiera lo había pensado) como la «batuta» que guiaba esta conversación. Comienzo diciendo esto porque he de reconocer que las historias que nos cuenta me resultaron encantadoras (tanto que pienso hacer una segunda parte), y simplemente me senté a escucharlo. Su relación con su abuelo Martín, las versiones de un mismo cuento contado una y otra vez, el atractivo magnético que el viejo logró (a pesar de ser una persona de pocos cariños) con su nieto, etc. Todo ello contado con la serenidad y el entusiasmo de quien reconoce en sí mismo toda la herencia recibida.

Creo que algo de lo más rescatable que debemos tener en consideración es el poder (el deber, deberíamos corregir) de la imaginación. El que podamos imaginar según las propias posibilidades de cada uno, es un derecho humano al que estamos renunciando sin siquiera pensarlo. Pareciera llevarnos a concluir Pítor.

Chi nos trae de nuevo la palabra para jugar con ella, para que, al fin de cuentas, logremos la paz tan necesaria a todos los seres humanos.

Pítor y parte de su acervo