Alberto Cárdenas Jiménez

Alberto Cárdenas Jímenez (foto de internet)

Quiero comenzar este post diciendo que me siento muy contento de haber logrado esta entrevista. Significa mucho para mí el haber logrado entrevistar a mi amigo (sí, sí puedo decirlo así) y paisano Alberto Cárdenas.

Alberto nos habla en su charla sobre sus inicios como deportista en el famoso Club Kostka, cercano al barrio Núñez, calle Leandro Valle. Seleccionado de voleibol por parte del tec, era algo un tanto natural, dada su estatura. Para él ser de Zapotlán, el Grande, es motivo de mucho orgullo e, inseparables, también es devoto del Señor San José, patrono de nuestra ciudad.

Tengo más identificación con él que sólo el lugar de nacimiento, pero no vendré aquí a hablar de ello. Sí señalaré que ambos estudiamos en el Tecnológico de Ciudad Guzmán, fuente de tantos y tantos profesionistas que han conformado la fisonomía administrativa y tecnológica de nuestro país. Somos gavilanes, sí señor.

Uno de los logros más destacados de Alberto, fue el haber encabezado la formula panista que destronaría al PRI en su continuidad de gobernaturas en Jalisco. Ingresó al partido albiazul dadas las injusticias y corruptelas políticas que le llevaron a sentir en carne propia la pérdida de patrimonio familar.

Debo admitir que me sorprendió gratamente la calidez de su trato y la sencillez de su persona. En ese tono nos cuenta sus felices determinaciones que le llevaron a lograr cosas que parecían imposibles para muchos en su tiempo y que, sin embargo, él logró hacer realidad en cada una de las secretarías que ocupó.

Después de enterarnos de sus logros como gobernador, debemos admitir que Jalisco fue otro ya para siempre. Bendiciones para nuestro amigo y gracias por sus aciertos.

Alberto, habla y recuerda

Alberto Neri

Charla realizada el pasado 24 de octubre de 2020.

Nos habla del cierre de instituciones culturales tan importantes para el estado de Jalisco, lamentable lo que el gobierno actual está haciendo a uno de los aspectos en los que más se destaca nuestro territorio a nivel mundial.

El problama del Covid en las actividades educativas. La intrusión de las grandes televisoras en este terreno y cómo la difusión de libros se ha visto afectada.

Continúa hablándonos de la baja de venta de libros en las librerías locales de autores nacionales y cómo es que la gente prefiere leer a los extranjeros.

Hace un recuerdo de todos aquellos amigos que le dieron forma y gusto por lo literario. Sus primeras publicaciones y la relación que tivieron con la depresión y la soledad. Luego cambia su temática hacia cosas urbanas, eróticas de la actualidad con toda la violencia que la realidad maneja.

Al final muestra su descontento al proceder de algunas activistas que ven en la violencia una forma legítima de hacerse escuchar.

Su trabajo como periodista también es mencionado y nos lo cuenta con un gran aprendizaje.

Muy bueno amigo al cual le agradezco la oportunidad de haber participado aquí con nosotros.

Querido José

José Barocio es un escritor y poeta colimense-michoacano que cree es rechazado por muchos, no se da cuenta de que habemos más quienes lo queremos.

Nos narra en esta charla sus experiencias en la vida, terribles cosas que le han sucedido a su familia, violencias hacia su propia persona. Pero que, afortunadamente, ha podido superar gracias a la literatura.

Cronista del infortunio homosexual, creador de bellos haikús de los que gusta escribir con puntualidad y respeto por la palabra. Él mismo se considera directo y sarcástico. Su literatura erótica en no pocas ocasiones ha causado incomodidad a muchos que la leen, pero él sigue escribiendo, sabiendo que se es como se es y no se puede mentir.

José tiene amigos, algunos ya han muerto y tiene la valentía de ser su voz de alguna manera, para continuar con la obra de aquellos que marcaron su destino.

Mariscal de las artes

Charla con Pedro Mariscal, normalista y promotor del arte en Zapotlán. Deliciosa plática en la que recordamos tiempos allá en el CREN. Paso por las funciones y los objetivos agrarios del normalista, las vivencias en el tren como un romántico objeto de transporte (no sólo físico).

Memoria también de personajes que ya se han ido y que nos marcaron como estudiantes y seres humanos. También jóvenes activos que apuestan por el arte en nuestra ciudad y región.

Están presentes en su palabra la preparación en las letras para los chicos de la primaria, las artes escénicas, la pintura y hasta la radio como medio de difusión de todos estos acontecimientos en la Ciudad.

Sin duda una de las mejores entrevistas que he tenido hasta el momento.

Mariscal de las artes

La barba de mi papá

En todos mis recuerdos (hasta en los que no fueron míos: una fotografía en su soltería) mi padre siempre aparece con bigote. Sólo en una ocasión llegué a verlo con barba. Recuerdo (tal vez mal) que venía de la casa de su hermano José cuando éste también vivía por la calle Núñez. Fue sorpresivo para mí verlo barbón así de golpe, jamás noté el proceso de crecimiento de sus pelos. El verlo así, en esa situación extraordinaria, hizo de él, en definitiva, un individuo igual a cualquier otro. Sabemos que de niños nuestros padres son seres intachables, poderosos, únicos, etc. Ya luego el tiempo se encarga de hacernos saber que no lo son tanto, también ellos tuvieron debilidades, errores y frustraciones. Son en realidad seres comunes, lo sabemos porque se parecen a nosotros.

Stop and play

A finales de los años 70 eran ya habituales las radio-grabadoras que utilizaban cassettes. Muchos nos dimos vuelo grabando las canciones que tocaban en la radio para tenerlas para siempre y gratis con nosotros. Pues bien, el problema de grabar en esas cintas residía en que si querías saltarte a otra canción más adelante de la que estabas escuchando tenías que adelantar el bobinado del cassette hasta llegar a donde deseabas. En muchas ocasiones te pasabas y tenías que regresarte. La cosa es que tenías que manipular los botones de adelante, atrás y play repetidamente. Nosotros, en mi familia, nos habituamos a oprimir el botón stop antes de cualquier otro para parar su ejecución. Con eso, pensábamos, tratábamos de la mejor manera a nuestro aparato reproductor para que durara mucho tiempo. De modo que me pareció todo un escándalo cuando mi amigo de primaria, el Chapu, oprimía uno u otro botón de adelante o atrás o play sin tocar para nada el de stop. Sin duda una costumbre familiar, tal vez esos fueron los primeros signos evidentes de que de una familia a otra somos diferentes.

Orgullos personales

Existen cosas de difícil comprensión. Una de ellas la utilizaré en este inicio de texto para continuar desarrollando un orgullo raro.

Pues bien, yo viví en mi pueblo natal hasta los primeros años de mi juventud. La cosa es que cuando llegué a otras tierras yo notaba que la luz de sus lámparas de calle era muy diferente comparadas con las de mi pueblo. Yo veía (y aquí está la fuente de mi tonto orgullo incomprensible) la luz de mi pueblo debilucha y amarillenta, en nada comparable con la blanca y potente de Tepic, Guadalajara, Colima. Un signo de atraso tecnológico y en ese atraso, la base de mi orgullo. ¿Cómo era esto posible? Ya hoy que vuelvo a ver esa luz nocturna y callejera, me doy cuenta de que es la misma. Mi orgullo no tiene mayor fundamento que una subjetividad inflada con aires inexistentes.

Otro caso lo escuché en mis años de estudiante en el bachillerato. Estudiábamos en el Tecnológico de Ciudad Guzmán, institución de prestigio sólido en buena parte del occidente de la república. Tal era su fama que era habitual encontrarnos con estudiantes de otras latitudes. Claro que estaban los de Jalisco, allende la Capital. También había algunos cuantos de Nayarit y Michoacán. Colima no podía faltar y era la entidad que más aportaba a esta institución. A uno de esos estudiantes le escuché decir en una ocasión (él era de Manzanillo y había pasado ya el terremoto del 85): «no, los temblores no se comparan con los huracanes, los terremotos duran unos segundos, los ciclones son interminables». Lo decía con ese orgullo que quería hacer crecer el espíritu de su localidad como si se tratara de algo inherente a la gente, algo producto de su industria y no de la naturaleza.

¿Cuánto daño nos hace esta falsedad cuando nos damos cuenta de que la hemos enarbolado para construir nuestra relación con los otros? La idiota forma de sentirnos superiores por algo que no hemos hecho, que ni siquiera es producto del ser humano. Ahora hablo en plural porque sé que es frecuente entre todos nosotros estos orgullos flacos y crecidos.

Stephen Howking en Guadalajara

Trabajo en Guadalajara. No tengo auto y mi único medio de transporte es el colectivo. Los traslados, aunque pudieran parecer en un espacio corto, son largos en el tiempo. Así es que aprovecho esas «horas muertas» leyendo en los camiones, cuando encuentro asiento.

En cierta ocasión iba leyendo Breve historia del tiempo de Stephen Howking. Me siento abrumado por los enormes datos que Stephen pone en mi cabeza. Me doy cuenta de que ya está por llegar mi «bajada». Toco el timbre. Me bajo. Estoy en las calles de siempre en la colonia Alcalde-Barranquitas, pero no identifico nada de eso que he visto repetidas veces. Me siento perdido. ¡Maldito Howking! ¿Ahora cómo llegaré a mi casa?

Poeta por insistencia

Muchos de ustedes, estoy seguro, conocen a escritores o poetas de mediano calado cuya obra resulta mediocre o aburrida. Claro que no se los vamos a decir. Pero nos sorprende la cantidad de libros publicados o el tiempo de permanencia que llevan en el mundillo de las letras. Incluso hasta llegan a ser populares, convocan a multitudes (esas pequeñeces numerosas en sus presentaciones, ustede me entienden) cuando dan a conocer sus nuevas o repetidas publicaciones.

Todo esto viene al colación porque el día de hoy vi un comentario de un amigo mofándose de aquellas personas que le señalaron que no debería dedicarse a las letras, que eso no le va a dar de comer. Él les respondió diciendo que ahora ya tiene un título universitario que lo acredita como escritor. Pues bien, ese amigo (que tiene varios libros publicados y que, al parecer, tiene cierta presencia en el mundillo de Guadalajara), me contestó de manera escrita a una pregunta que le hiciera hace años en el primer Messenger.

–¿Conoces a Guadalupe Ángeles?

A lo cual me respondió:

–Cí.

Editorial Novaro

Dentro de los regalos más entrañables que me hiciera mi padre en la infancia estaban unos «cuentitos» que yo leía una y otra vez. Si mal no recuerdo eran de la editorial Novaro. Hablaré aquí de los detalles que recuerdo.

Primeramente, cosa insignificante, en la portada había impreso un sello precolombino que pertenecía al hombre de Tlatilco. Creo que era un sello del Sindicato de Editores o algo así. Me parecía tan atractivo este hombrecillo que hasta ahora lo recuerdo. Presentaba su cuerpo entero (algo correspondiente con el neolítico europeo) y una cabeza cuadrada enorme con un par de cuadritos cada vez más pequeños dentro.

Estos cuentos/revista (¿cuántos serían, seis, siete?) tenían, al final, unos cuantos capítulos de la historia de Aladino y la Lampara Maravillosa. Nunca tuve la colección completa, pero ahí me enteré de que había más de un genio maravilloso que surgia no sólo de lámparas, también de anillos y de que había árboles con frutos de piedras preciosas. La ilustración no era de dibujos sencillos y eso le otorgaba todavía más de un ambiente misterioso que atinaba en su objetivo.

Antes de las aventuras de Aladino, los folletos estos tenían información varia. Ilustraciones de cómo se vestía la gente a lo largo de los siglos, cómo era la vida de los niños en la historia, y muchas de las fábulas más famosas de la literatura universal. Un conejillo ladronzuelo, un oso que lo perseguía, siempre metidos en problemas, pero felices.

Supongo que a la par de la compra de esos números mi padre compró (¿dónde habrá sido?) un libro de la misma editorial que me encantó y marcó para siempre mi gusto por la astronomía. El título y a no lo recuerdo, pero bien sigue en mi memoria. De él hablaré en otro post. Adelanto que eran biografías de Nicolás Copérnico, Galileo Galilei y un repaso por nuestro Sistema Solar.