Dentro de los regalos más entrañables que me hiciera mi padre en la infancia estaban unos «cuentitos» que yo leía una y otra vez. Si mal no recuerdo eran de la editorial Novaro. Hablaré aquí de los detalles que recuerdo.
Primeramente, cosa insignificante, en la portada había impreso un sello precolombino que pertenecía al hombre de Tlatilco. Creo que era un sello del Sindicato de Editores o algo así. Me parecía tan atractivo este hombrecillo que hasta ahora lo recuerdo. Presentaba su cuerpo entero (algo correspondiente con el neolítico europeo) y una cabeza cuadrada enorme con un par de cuadritos cada vez más pequeños dentro.
Estos cuentos/revista (¿cuántos serían, seis, siete?) tenían, al final, unos cuantos capítulos de la historia de Aladino y la Lampara Maravillosa. Nunca tuve la colección completa, pero ahí me enteré de que había más de un genio maravilloso que surgia no sólo de lámparas, también de anillos y de que había árboles con frutos de piedras preciosas. La ilustración no era de dibujos sencillos y eso le otorgaba todavía más de un ambiente misterioso que atinaba en su objetivo.
Antes de las aventuras de Aladino, los folletos estos tenían información varia. Ilustraciones de cómo se vestía la gente a lo largo de los siglos, cómo era la vida de los niños en la historia, y muchas de las fábulas más famosas de la literatura universal. Un conejillo ladronzuelo, un oso que lo perseguía, siempre metidos en problemas, pero felices.
Supongo que a la par de la compra de esos números mi padre compró (¿dónde habrá sido?) un libro de la misma editorial que me encantó y marcó para siempre mi gusto por la astronomía. El título y a no lo recuerdo, pero bien sigue en mi memoria. De él hablaré en otro post. Adelanto que eran biografías de Nicolás Copérnico, Galileo Galilei y un repaso por nuestro Sistema Solar.