Existen tres tiempos (voy a escribir sin pensar en lo que escribo) en los que transcurre nuestra vida diurna: el tiempo en el que somos nosotros mismos, complaciéndonos, es decir haciendo lo que nos gusta hacer y de lo que somos capaces y nos satisface.
Otro tiempo en el que nuestras facultades verdaderas se hacen a un lado para… ¿para qué? Dije que no iba a pensar y no completaré esa frase. Sólo quiero destacar ese malestar de este tiempo en el que pareciera que hay alguien buscando satisfacción de nuestra presencia. Satisfacción en los sectores más amplios y disímiles posibles.
Y el otro tiempo es el de la indiferencia, cuando no somos nosotros ni hay satisfacción para nadie. Ese tiempo inútil lo dejo al final porque no hay de dónde agarrarlo y no podemos hacer nada con él. Tal vez su manifestación más evidente sea la forma del aburrimiento.